domingo, 14 de junio de 2015

MITO: EL MUSCULO SE CONVIERTE EN GRASA Y VICEVERSA.

Muchos son los mitos que circulan entorno al desarrollo muscular. Seguro que más de una vez hemos escuchado que la grasa tiene la cualidad de convertirse en músculo y viceversa. Algo que resulta un tanto irrisorio, pues ambos son diferentes tejidos que no tienen la capacidad de trasmutarse.
Es cierto que el músculo se obtiene a partir de un entrenamiento correcto y adecuado para generar la hipertrofia deseada. En este proceso la grasa no es la materia prima a través de la que obtenemos un desarrollo muscular, sino que se genera a partir de un estímulo que incita a las fibras a crecer y para ello es necesario proteínas, el principal componente del músculo además del agua.
Los músculos de nuestro cuerpo están formados en un 75% por proteínas que obtenemos a partir de la alimentación y son los que intervienen directamente en la creación de nuevas fibras musculares y con ellas en el crecimiento de los mismos. La función de éstos es la de sujetar los huesos y permitir que nos movamos, nos mantengamos en pie, realicemos todas las actividades cotidianas….
Por otro lado tenemos a las grasas que suelen ser entre un 15% o un 30% de nuestro peso corporal, dependiendo del sexo y de la constitución física de cada individuo. La función de las grasas es la deaislante del exterior frente al frío, golpes, a través de ella se metabolizan algunas vitaminas liposolubles, forman parte de las células y de la mayoría de los órganos de nuestro cuerpo…
Las grasas y los músculos son dos elementos de nuestro organismo diferentes, la única relación que tienen es que las grasas son una importante fuente de energía de nuestro cuerpo, y de ella de donde sacan los músculos el empuje para realizar el ejercicio. Es por esto por lo que mucha gente asocia músculo con grasa y la transformación de esta en músculo a través del ejercicio.
Esto no es así en absoluto ya que el músculo se crea siempre y cuando llevemos a cabo una alimentación correcta y el organismo reciba las proteínas que necesita para crecer. La grasa lo único que hace es quemarse para obtener energía. Sí que es cierto que con la práctica de ejercicio los niveles de nuestra grasa corporal disminuyen y aparece más el músculo debido a que la grasa deja de taparlo.
Si por el contrario dejamos de practicar deporte, nuestro metabolismo comenzará a funcionar más lento y la quema de calorías será menor, lo que contribuirá a una acumulación mayor de grasa. Este efecto hace que nuestro músculos se tapen y parezca que se han convertido en grasa. Esto no ha sido así, ya que siguen estando, pero bajo una capa de grasa.

LA PERDIDA DE PESO LOCALIZADA:

Uno de los mitos más extendidos en cuanto al uso de ejercicio para la pérdida de peso son los milagrosos ejercicios para reducir grasa en una parte concreta del cuerpo.
No existen ejercicios que te ayudan a perder grasa de una parte concreta del cuerpo, ya que los ejercicios trabajan músculos, no grasa. Es cierto que ese ejercicio puede necesitar combustible extra en forma de grasa, sin embargo, los músculos no obtienen su combustible de las zonas circundantes, lo obtienen del torrente sanguíneo tras haber pasado por varias transformaciones. Y de nuevo, esa grasa puede proceder de cualquier parte del cuerpo.

Matarse a hacer abdominales para reducir la grasa de la tripa es ridículo. Con los ejercicios abdominales, trabajarás esos músculos, y con el tiempo y mucho esfuerzo los harás crecer. Sin embargo, eso no significa que tu cuerpo vaya a gastar más grasa de la tripa que de la cara o los muslos. Tu cuerpo tomará esa decisión por ti. Es más, los músculos abdominales son pequeños, y al trabajarlos vas a gastar menos energía que si trabajas en su lugar músculos más grandes como los de las piernas.
 Si quieres bajar grasa de una zona concreta de tu cuerpo, la única forma es reducir la grasa de todo el cuerpo como conjunto. No existen ejercicios milagrosos

EL MITO DE QUE SUDAR ABUNDANTE ES ADECUADO PARA PERDER PESO:


    • El sudor es un mecanímo automático de protección contra la temperatura exterior. Efectivamente, cuando se suda se pierde peso. Pero se recupera inmediatamente, al reponer los líquidos (imprescindibles para la salud y el rendimiento) que se han perdido con la sudoración. Forzar la sudoración, afecta al correcto estado de hidratación y hace peligrar tu salud, pero no se pierde ni un gramo de grasa.


    • Sudar no es sinónimo de perder grasa.
    • Sudar no adelgaza y puede reducir una deshidratación severa.
    • Sudar es crucial para regular la temperatura corporal.
    • Si se pierde peso por sudoración debe recuperarse pues nuestro organismo necesita hidratarse, le falta líquido.
    •      ¿Cómo podemos perder peso?
    • Con dietas hipocalóricas .
    • Son dietas poco sanas, utilizadas
    • para la consecución rápida
    • de resultados pero que no suelen
    • funcionar.
    • Mediante el ejercicio físico demasiado intenso.
    • Mediante técnicas quirúrgicas (desde la liposucción hasta la
    • reducción de estómago).
    •      ¿Cómo perder peso de una forma saludable?
    • Para perder peso correctamente hay que combinar una dieta sana y ejercicio físico aeróbico que trabaje distintos grupos musculares.

El mito del consumo de proteínas para aumentar la masa muscular:

Es, posiblemente, la premisa más extendida en los alrededores de un gimnasio. “Si quieres muscular, debes comer muchas proteínas”. Sin embargo, el aumento de masa muscular es posible sin tener que recurrir a cantidades desorbitadas de proteína siempre y cuando el balance de energía sea positivo (aportemos más calorías de las que utilizamos). No hay evidencia científica de que sea necesario un exceso de proteínas (más de 1,6-1,8g/ kg peso) para ganar musculatura. Aportar más cantidad de proteínas hace que el exceso de éstas se oxide y no se utilicen  para la construcción de músculo.
Siendo así, si queremos ganar masa muscular no tiene sentido que centremos únicamente nuestros esfuerzos en el consumo de proteínas ya que el consumo total de energía (calorías) también va a influir notablemente en el resultado. Una dieta con un ingesta moderadamente hipercalórica y un aporte de 1,6-1,8g de proteína/ kg peso/ día (entendiendo que estas necesidades pueden variar según la modalidad deportiva, la destrucción muscular generada, la masa muscular del atleta y los depósitos de glucógeno) parece la mejor forma de ganar musculatura, debido a que para un aumento en la masa muscular sería necesaria una cantidad adicional de energía para sintetizar más tejido muscular. Por ello, el incremento adicional de unas 500 kcal/ día puede ayudar a aumentar 0,5 kg de peso magro por semana, especialmente durante el comienzo de un programa de entrenamiento de hipertrofia.

Por tanto, los suplementos sí pueden ser útiles en determinadas circunstancias (se necesite una muy rápida recuperación, no se disponga de alimentos necesarios…) pero no son imprescindibles. Pues tal y como señala Kevin Tipton en el libro “From lab to kitchen”: “No hay evidencia suficiente que sugiera que la proteína en forma de suplemento es superior a la ingerida como parte de los alimentos.

¿TODOS LOS DEPORTISTAS DEBEN TOMAR COMPLEMENTOS VITAMINICOS?

No. Muchas personas, deportistas y no deportistas- toman grandes dosis de vitaminas sin prescripción médica.
Se trata de un error porque una dieta variada, rica en frutas, verduras y hortalizas, aporta normalmente suficiente cantidad de todas las vitaminas. Algunos deportistas pueden tener deficiencias por el mayor desgaste que el esfuerzo físico produce. Pero no tomes complejos vitamínicos de forma indiscriminada porque un exceso de ciertas vitaminas también puede resultarte perjudicial. Sólo un especialista en medicina debe valorar qué déficit tienes y qué producto es el más adecuado.


Las vitaminas no pueden ser sintetizadas por nuestro organismo, por ello debemos aportarlas a través de los alimentos. Sin embargo, la cantidad que nuestro cuerpo necesita es muy pequeña. Con una alimentación variada y equilibrada se aportan perfectamente sin necesidad de suplementos.
Además, un consumo excesivo de vitaminas puede llegar a ser tóxico, por ejemplo, un exceso de vitamina A produce: irritabilidad, cambios de humor o debilidad en los huesos.

Muchos las toman, independientemente del ejercicio, cuando  durante una temporada se notan decaídos o cansados. Es falso que las vitaminas aumenten el nivel de energía o el rendimiento deportivo. Participan en la liberación de energía de los alimentos, pero por ellas mismas no aportan energía.
El consumo de suplementos vitamínicos siempre debe ser por prescripción médica.

Los complementos vitamínicos son en realidad un placebo, una forma como cualquier otra de desperdiciar nuestro dinero para estar más tranquilos con nuestra salud. En realidad los estudios recientes demuestran que los complementos vitamínicos no sirven para nada y que incluso pueden llegar a ser dañinos para nuestro organismo.
A pesar de que tomar pastillas es un hábito común en las sociedades occidentales, las pruebas de este estudio llevado a cabo por la Universidad de Warwick sobre una muestra de cerca de 500.000 personas, demuestran que «introducir suplementos en la dieta de los adultos bien nutridos no aporta ningún beneficio en particular e incluso puede ser dañino para sus organismos>>

EL MITO DE QUE EL EJERCICIO PROVOCA HAMBRE:

Esto en parte es cierto, evidentemente cuando hacemos ejercicio nuestro organismo nota el desgaste y nos avisa de que las reservas se han gastado abriendo el apetito, pero de ahí a que comamos tanto que superemos de largo el desgaste hay un mito de por medio.
Hay que tener en cuenta que al hacer una actividad de larga duración podemos gastar bastantes calorías, por lo que es normal que tengamos más hambre y que comamos más, pero en el caso de la mayoría de la gente que hace ejercicio come más o menos lo mismo que antes, la diferencia no es significativa. Caso a parte es el de los deportistas de élite.
Pongamos un ejemplo, correr durante una hora a intensidad suave puede hacer que gastemos 500-700 kcal, esto supone más o menos el 20-25% de las necesidad calóricas de una persona estándar. Ese incremento de apetito puede hacernos que comamos más, pero al ser el desgaste amplio no se suele llegar a superarlo, en todo caso igualar lo gastado.
Es el ejercicio de alta intensidad el que sobre todo abre más el apetito al conllevar un gran desgaste. Un ejercicio moderado al que nos referimos aqui no llega a alarmar tanto al organismo por desgaste como para dar una llamada de atención al apetito. Por tanto no tengas miedo de que el hambre llame a la puerta después de hacer ejercicio, es algo normal y necesario para recuperarse del esfuerzo.

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